Viajar, disfrutar de unas vacaciones de verdad y poder desconectar de la rutina y las obligaciones es en algunos casos, misión imposible.
Las responsabilidades y la vida del día a día, a veces, nos consumen tanto que cuando nos vamos de viaje tardamos varios días en disfrutar al 100% de nuestro tiempo libre y nos cuesta aprovechar al máximo el que, sin lugar a dudas, es nuestro momento.
Alguna vez, incluso cuando comienzas a experimentar la verdadera sensación de vacaciones, es la hora de tu vuelo de vuelta y recaer en tu vida de nuevo sin haber desconectado o habiendo saboreado un leve aroma de recreo, es como descansar durmiendo de pie.
Por ello, para disfrutar de unas vacaciones de verdad primero hay que hacer un gran ejercicio, sobre todo aquellos a los que les cueste desconectar. Es muy importante mentalizarse de que nadie es imprescindible y que el mundo podrá seguir girando sin ti. Por una semana o dos semanas que no estés en el trabajo, no puedas abrir el buzón para recibir el correo de casa o no vayas a visitar a tus familiares como de costumbre… no se va a producir ninguna catástrofe y lo mejor de todo, llegarás con mejor energía para todo y todos y seguramente, amarás más tu rutina.
Lo segundo es viajar con quien tú quieras, con quien te sientas a gusto, relajado y sepas que vas a disfrutar con seguridad pase lo que pase y sea el plan que sea. Yo elijo viajar con mi familia, porque es con quién mejor disfruto de las pequeñas y grandes cosas de la vida.
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller